¿A qué huelen los jazmines donde estás?
¿Calienta el sol?
La lluvia... ¿moja?
¿A qué misión imposible te mandaron?...y fuiste.
¿Llevaste, Quijote, tu legión de quijotes?
Vos que eras todo certezas,
dejas en mí, tantas preguntas.
Vos que eras colibrí,
anidas en mi alma.
Vos que bebiste mi cerveza,
participaste en mí con tu energía vital.
Dejas un vacío tan lleno de cosas.
Maldita sea la estampa, de tu muerte maldita.
Tan desesperante,
tan desoladora,
tan inoportuna.
Amanecí, sudando sangre,
ahogado en insomio,
lagrimeando en cataratas,
escribiéndote en las sombras.
Ser de luz.... ¿me prestas tu candil?.
Te doy mis brazos, mis piernas, mis neuronas,
¡fecunda en ellas tu impronta!
Desde el dolor iracundo de tu ausencia,
el compromiso de tu lucha sigue vivo,
en los corazones que explotan como rosas,
en esta primavera triste.
En ellos tu antorcha no se apaga,
hasta la victoria... querido amigo.