Cuando se van,
dejan una estela de suspiros,
de medios adioses,
de lagrimitas.
La despedida es un trauma.
¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué?....
conjugándose al infinito.
Siempre se van ellas,
dejándonos ahí,
en un rincón desmantelados,
apenas construidos,
sin reconocernos.
El almanaque se dehoja,
los minutos duran setenta segundos,
sin exepción y la lluvia moja,
sin ser "obvio, viste".
Cuando se van,
la soledad se respira,
lúgubre y enfermiza,
y no hay lugar para nosotros,
en ningún mundo conocido.
¡Ah! las musas son así,
cuando se van,
(siempre, siempre nos dejan ellas)
¡cuesta tanto sobrevivirles!