Hace veintiún años, yo tenia nueve y un blanco guardapolvo, que daba que hablar.
La mañana lucia radiante, o al menos eso pinta el recuerdo. Nos apretujamos en el coche del viejo , rumbo al colegio. El frio invierno, muy distinto por esos tiempos empañaba los vidrios. Prendemos la radio, somnolientas nuestras cabezas rebotan una y otra vez sobre el asiento.
La noticia nos toma de sorpresa, entonces, se suspenden las clases. No sé, yo no entendía. Que el gobierno, que el ejercito... reorganizarce!! grita... Se suspenden las clases, pienso`. Una mañana para mi solo, sonrio. No voy a la escuela... ¿Que otra cosa piensa un niño de nueve años?
El tiempo me demostró que entre a un gran funeral vestido de guardapolvo blanco y sonrisa nueva.
Algunos vecinos, los más, respiraban aliviados, ahora si... otros, los menos, hacían sus valijas, muchos sin lograrlo. Solo atino a decir en la distancia que me pesa tanta ausencia, tanto cadáver irresuelto.
La secundaria de entonces, nuestra gran anestecia. Olvidá, olvidá, no seas boludo, no te metas. Ponete la corbata, cortate el pelo que juntan piojos y las ideas sudbierten el orden. Acá todo esta bien.
Olvidá, olvidá!! Agarra la pelota que somos campeones!!
Olvidá, olvidá!! Toma el fusíl que ganamos!!
Caen los aviones, se hunden los barcos. Ganamos!!
Muera el gusano invasor!!
Un soldado herido me mira con tristeza, el frío y la gangrena hicieron su trabajo, la indiferencia el nuestro. Falleció ayer de un tiro en la sien.
Muera el gusano invasor!!
Olvidá, olvidá!! Que es hora de comicio, ahora si que estás preparado.
Y resulta que en estos últimos doce años, mandan los que mandaron siempre y gobiernan los que pasaron por la zaranda.
No importa, algunos vecinos los más están satisfechos, ya estamos reorganizados en un país, en el que día a día se salvan los menos. Claro está que estos menos, poco tienen que ver con aquellos que hace veintiún años hacian sus valijas con rumbo desconocido.
A la universidad entré, y me quedé un tiempo largo, muy largo talvez y me fuí. Nunca me banque la falta de tipos y tipas de cuarenta y pico, que con flores, guijarros y gorriones buscaron otro cielo.
Tenia guardapolvo y sonrisa nueva en un velorio de miles, que hoy faltan de cuerpo, y de millones que ausentes de alma, lloran.
Hoy tengo un oficio propio, muy nuestro, cabo trincheras, sin espacio fijo, ni tiempo, ni periodo, para no ser descubierto. En algunas cabemos cincuenta y una guitarra, en otra quince, un cuadro y una poesía, en otras setenta y respiramos jazmines de vida. En todas organizamos la resistencia.
La próxima vez que vengan, los esperaré de pie.
Yo tenía nueve años, hoy me recuerdo con los puños y los dientes apretados.
Vos cuantos tenías?
Santa Fe 24 de marzo de 1997.
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