Si no me tienes
que llamar,
no lo hagas.
Sí no tienes,
no me escribas.
No me señales
con tus manos claras,
las heridas
qué el huracán
dejó,
la corteza rota,
el surco.
La lágrima servida
en bandejas de pobre,
las manos.
No digas nada,
hoy
solo puedo amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario