No importa cuan rígidas son tus aspas,
ni cuantas lanzas quiebre en el intento.
Tengo miles...
y una paciencia hindú.
Quizas mañana cargue vencido
con paños de gamuza y terciopelo,
a curar las heridas de la interperie,
a salvar el daño que te hiciera el tiempo.
Para descubrir
en tu piel de musgo
la frescura
del descanso eterno.
Y entonces... miedo
a perder el alma,
el corazón lo perdí hace tiempo. Santa Fe, 1995... más o menos.
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