Me aferré a su cuerpo
como a una balsa,
y ante mi desesperación
su piel solidaria,
me dió cobijo.
Ella siempre está,
y no naufrago.
Abrazo su existencia
como si de un antídoto
se tratase.
Ella simpre está,
y cobro sentido.
¿Donde descansarán mis huesos,
cuando al fin desaparezca?
¿Qué tocaré?,¿qué diré o pensaré?.
Nada y horizonte.
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