Pedime la luna,
me queda un trocito,
en el macuto llevo un gajo...
que sabe a naranja y menta.
¿A qué sabe tu luna?
me preguntó, la niña.
Es de un dulzor suave,
no empalaga,
y su menta refresca
como las primaveras tiernas.
¿A qué sabe tu luna?
me preguntó, la niña.
Y desnudó,
mi ignorancia
en estos menesteres.
Ya encontré el sabor
de la mía...¿y la tuya?
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