Aletea intrepido
pechito de alondra,
frente al ventanal
cerrado del invierno serio.
Mamá vela
desde su atalaya
cuida con esmero
tus días de azucar.
Cuál faro marino,
inquietos ojitos
iluminan el sendero
de los tiempos nuevos.
Vuela mariposa de luz,
tus piruetas eternas,
son nuestra alegría,
nos dan energía vital.
Late al ritmo
de los tamborcitos
marcando los pulsos
de nuestros conciertos.
Y cuando sonries
de niña vestida
se enciende la magia
que anida en los cuentos.
Poema chiquito.
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