sábado, 30 de enero de 2016

De oportunidades y destinos.

Me enamoré, lo reconozco, quizás sea mi corazón volátil, tal vez, el azar, siempre el azar. El cruce de miradas, el desparpajo.
Estaban recostados y vencidos junto al contenedor verde, cosa que pensé no pegaba. Pero fueron sus ojos de "perro degollado" sabiéndose al fin de su existencia, los que me impulsaron a pararme. Se imaginaban pasto de las llamas, o pudriéndose en un baldío cualquiera.
Eran parecidos pero muy diferentes, mientras el primero decidido y lenguaráz, prefería el primer destino, reunir a gente en torno a una hoguera y hacerse humo, al segundo en cambio, le apetecía, ser hogar de hongos y escarabajos, de ciempies y bichos bolita, ir desapareciendo poco a poco, destino de la madera comentó.
El más estropeado dijo entonces (desde su dignidad de caballete), ¡ Pero tenemos resto!!! ¡ Las piernas todavía nos aguantan!!! increpó el otro. Mientras yo meneando la cabeza, y dando un paso atras sorprendido, por el brusco cambio de los acontecimientos pensaba... No!! porque cuando digo no... es no... La neurona de la negación se hinchaba de bronca, me conoce demasiado.
Nosotros antes tuvimos un pasado de gloria, me dijeron, te contamos? Y yo gente, que a una charlita no le digo no ni a palos, me puse a escuchar.
Y viaje,vaya si viaje con ellos a la tarde aquella del picnic de primavera en la playita tierna, o los días de matanzas, de los que recordaban en especial cuando el primo que llegó de Barcelona se lió a la amiga de Juana. Y cuando participaron en la diada sobre la plaza, hecho que recuerdan con angustia porque en el entrevero... casi les separan. De ese día recuerdan la angustia, solo matizada por las sonrisas de los peques... los peque. Uno de ellos, el más lanzado, contó que en su larga existencia pudo ver más de una pierna interesante como las de... y calló. Por muy caballete que parezca soy un caballero, agregó mientras me guiñaba un ojo y sonreía.
Les imaginé entonces en casa, dandolés una segunda oportunidad, una tercera, en fin, otra.
Porque al fin y al cabo, todos y todas alguna vez, pasaremos por eso. Todos y todas en algún momento estaremos arrinconados ahí en una esquina de nuestra historía vital, esperando, decidiendo.
Y fue entonces, recién entonces cuando les imaginé, aguantando un tablero de ajedrez, mientras comentaban la jugada y les dije, muchachos... contratados!


jueves, 14 de enero de 2016

Poema triste.

La tristeza es mía,
como la soledad
del invierno berlinés
tatuada en los huesos.


El llanto
gobierna los actos
después de la tormenta.
Falta un proyecto, el desafío.


La tristeza me pertenece,
como la soledad
de las curvas sinuosas,
la distancia de las rectas.


La tarde aquella
en la que todo fue hoguera,
inunda mi río, lo desborda,
besa las orillas de mis seguridades.


La dicha se desmarca
en infinitos tirabuzones
verticales, la caída.


La tristeza,
al menos la mía,
me pertenece.
De a ratos salgo de ella,
rompo su acecho de décadas,
escapo de sus tenazas
y vuelo.


Más,
riobajera, emboscada, artera, reaparece,
tan rioplatense, tan tanguera,
que sabe de ausencias y lejanía.







viernes, 8 de enero de 2016

Trastero.





Lleno de bosque,
el trastero´,
repleto de aniversarios,
atasco de objetos
enquistados en el alma,
limpiaré.




Le vaciare primero,
de amores inconclusos,
de cuadritos conmemorativos,
piececitas,
del puzzle de la vida.


Los trastitos se amontonan,
de la mesa al suelo,
caen en cascada
empujan la puerta,
ponen un candado al olvido.


Enarbolan la esperanza
en el futuro,
mirando desde atrás de los tiempos.


Los trastos,
al menos los míos,
esa hemeroteca
de encuentros y despedidas.


La piedrita que encontraste
en la playa dormida,
el beso que dejaste
sobre el papel muerto.


Mi alma se expande
les abarca,
se ensancha,
contiene el desborde,
y descubre que...
lo que sobra es espacio.

jueves, 7 de enero de 2016

Final abierto.

Agita la madrugada,
el rugir del trueno
donde el insomio deja
un despertar de espanto.


El retumbar del cielo,
agita el velo
de mis ojos mudos,
mueve la neurona
que no descansa,
tensa el músculo dormido,
pone la armadura.


Tras las sábanas, el destino,
con sus curvas sinuosas,
sus silencios profundos,
sus soledades de abismo.


Tras las "fiestas", la rutina,
el desafio de lo cotidiano,
la búsqueda perpetua,
el latido asistido.


Todo esto pasa hoy,
justo hoy,
mientras los dioses
juegan bolos con las sombras,
en el horizonte y ganan...