Necesitaba beber plaza,
comer árboles a cachos,
devorar sonrisas,
y alondras.
Precisaba fluir,
reencontrarme
con el vientre fecundo.
Sentir,
su palpito acompasado,
el del materno,
intenso y mujer,
y el del insipiente,
abriéndose paso.
Necesitaba beber plaza,
comer arboles a cachos,
sentir la vida,
galopándome por las venas.
Solidario,
con algún pueblo en lucha,
prodigo,
de abrazos fraternos,
de miradas eternas.
El infinito,
conjugándose natural,
presagios de primavera.
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