Pánico de vos
de perderte, digo,
de que desaparezca
en la última estampida
lo que queda,
ese aquelarre
de desencuentros y salvavidas,
los huérfanos de abrazos,
los solos.
Pánico de vos,
de que el giro
de la historia
roce,
la mejilla del olvido,
y pongas tus ojos
en el infinito,
y no me encuentres,
tan vestido de horizontes
como estaba
tan quimera,
tanto y tampoco.
Miedo a perderte
claro,
hoy que las brumas
ciegan, y anochece.
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