¡No! me grites.
¡No! me pienses.
¡No! me escribas.
¡Trabaja!
no juegues,
no inventes,
no crees.
¡Trabaja!
Pero si somos afluente,
huyamos al río.
Y si somos
hierba que el viento mece,
rocémonos.
Y si somos boca
¿Por qué reprimir
el entrevero de labios
que se avecina?
¡A la mierda las normas,
la represión fascista,
el cerco!
Se me metió
una lágrima en el ojo
y no llora.
Tu grito me susurra:
pensame, escribime
cuando quieras.
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