Me recordo el tinto
tu boca fresca,
la fresa rodando
sobre el labio vacio,
la lengua encontrando
el espacio indicado,
la oreja,
refugio del mordisco.
El vino recorriendo,
la garganta tersa,
el estomago frío,
en la soledad
de la desnudez
del alma.
Regando las paredes
del loco que late
intenso y fugaz,
como la estrella.
Tinto y mortal
elixir de dioses,
vino y se fue...
sin hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario