Tranquila,
la mañana del desamparo,
asoma.
Del insomio que reincide,
que despierta,
como la letanía de tus ojos,
acuchillandomé la espalda,
de tus manos desmontandomé,
hueso a hueso,
cachete y caricia,
sol y sombra.
Propietaria del derrumbe
de todas mis defensas,
de la claudicación de todos
los postulados.
A veces, sonrisa cuál quimera,
a veces, horizonte libertario.
Solo a veces,
mi territorio,
tu imperio.
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