En el cruce de caminos,
el encuentro.
La energía contenida de la espera,
los años como siglos,
cayendo,
plácidas hojas del almanaque mudo,
la emoción abordandomé el alma,
transportándome, 
el viaje.
Y volar de Palestina a Machu Pichu,
de La Candona a Finisterre,
en un abrazo clandestino,
la fusión de las almas,
los corazones acompasados,
al ritmo del micro
explotandote en el pecho.
A lo lejos,
el crepúsculo presagia
un escenario en llamas,
el aleph cosmico de la buenaventura,
la ventana abierta,
a la esperanza,
la tarde aquella,
que amaneció.
                                               
                                       Al compa Manu Chao, 
                                       la buenaventura y la esperanza.
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