Venía con un montón
 de aventuras
 bajo el brazo,
 portaba historias
 sin finales,
 hormigas sin memorias,
 destellos de fugaces
 acrobacias imposibles.
 Y al final,
 el tan locuaz,
 solo pudo hablar
 de sus ojos,
 y de la mesa,
 ese abismo,
 qué les separaba.
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