Empiezo a enumerarte,
                                  de atrás para adelante.
La copa de los árboles que añoro,
las hormigas laboriosas, escurridizas,
las ciruelas reventando contra el suelo.
El baldío frente a la plaza desnuda,
la simpleza de su cabello al viento,
las guerras de semillas con los muchachos.
Las tardes interminables de pileta,
las siestas infaltables de fastidio y picardía.
¡Ah! Infancia,
                     inagotable arcón de los recuerdos.
                                                                             Escrito  en  1999.
pibe!, muy bien, eh.
ResponderEliminar¡que no decaiga!
Que bueno sergi, inmenso el arcon de nuestros recuerdos.
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