miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nada dicen, ni sueñan.

Enmudecen con el tiempo,
nunca hubo más desidia
ni tanto miedo.

No hay sitio donde refugiarles,
ateridas de frio, inertes,
no expresan más que silencio.
... solo silencio.

Junto a ellas, erguida en estatua,
la causa del sufrimiento,
noche y rocío...
hielo y limón...
día y cansancio...


Secas mis manos,
nada dicen...
embrutecidas de pánico y fascinación,
solo te miran.

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